Entre las ventajas más envidiables de vivir en nuestro singular país existe un factor que destaca muy por encima del resto y que incluso sirve de radiografía para subrayar nuestra personalidad abierta, sincera y acogedora. ¿Se te ocurre cuál puede ser? Hablamos de la gastronomía mediterránea: un sinfín de productos sabrosos y saludables que brillan con luz propia y de cuyo sabor nos sentimos especialmente orgullosos.
Sí, adoramos la tortilla, el jamón serrano y el gazpacho, pero , ¿qué ocurre cuando nos apetece variar un poco? ¿Qué pasa cuando nuestro estómago nos pide algo más exótico? Lo de siempre: terminamos pensando en el sabor asiático y, más concretamente, en el sushi.
El plato oriental más reconocible del mundo esconde tanta historia que, pese a que existan fanáticos en todos los rincones del planeta (y detractores también, claro), todavía se desconoce buena parte de la tradición centenaria que lo acompaña.
Por ello, y con el objetivo de invitaros a (re)descubrir su sabor en el Mercado Lonja del Barranco, te presentamos siete sorprendente curiosidades del sushi que quizás no sabías. ¿Ya se te hace la boca agua? ¡Oído cocina!
Sushi es el arroz, no el pescado crudo
La primera en la frente. La denominación «sushi» ni hace referencia a la pieza como tal ni al pescado crudo que luce encima. Sushi es, básicamente, el arroz avinagrado. Cuyo origen se encuentra en la unión de la palabra Su (vinagre) y Shi-Meshi (arroz). Ahí es nada.
¿Japonés? ¡Es de origen chino!
Pese a que la creencia popular lo sitúe en Japón, lo cierto es que el sushi nació en la Antigua China como recurso (muy inteligente, dicho sea de paso) para conservar el pescado. ¿Y cómo lo conseguían? Cuando el arroz comienza a fermentar se producen lactobacilos, los cuales, junto con la sal que se añadía al pescado, hacían retrasar su descomposición.
A la hora de consumir se desenrollaba y se comía únicamente el pescado, ofreciendo un sabor más característico. Esta efectiva cobertura de arroz sazonado fue el motor gastronómico de uno de los platos más característicos de Asia. Interesante, ¿verdad?
Se come con las manos
¿El arte de usar los palillos se te resiste? No hay de qué preocuparse. El sushi debe comerse con las manos y, por increíble que parezca, de un bocado. La tradición señala que partirlo en dos es de mal gusto. Al igual que comerse todo el plato, algo debes dejar para que el maestro no piense que te has quedado con hambre. Más te vale seguir estos consejos si estás planteando un viaje oriental.
A la temperatura perfecta
Ni frío ni caliente. La pieza de sushi debe estar en su punto perfecto, lo que viene a significar, ojo, dos o tres grados por encima de la temperatura del comensal. Esta obsesión por el entorno ideal para su consumo provocó que las mujeres quedaran vetadas en el proceso de preparación del sushi. ¿La razón? Porque, según la creencia popular asiática, ellas suelen tener la temperatura más elevada que los hombres.
Abusar de la soja rompe la experiencia
Al ser un arroz sazonado y avinagrado ya va bien servido de sabor. Recurrir demasiado a la soja hará que el pescado pierda su esencia y la pieza se convierta en un bloque de sal poco recomendable, así que el consejo es claro: trata de impregnar con delicadeza el lateral y evita (en la medida de lo posible) tocar el arroz con la salsa.
La importancia del orden
Aunque tu estómago esté rugiendo se debe mantener un orden. El sushi no es un plato cualquiera, tienes sus reglas, y la guía para disfrutar cada pieza como te mereces es empezar por los pescados blancos (incluyendo mariscos) y acabar con aquellos que tengan más grasas. Ir de derecha a izquierda o de color más claro a más oscuro.
A los japoneses no les entusiasma
Puede que estando de erasmus echásemos de menos la tortilla de patatas de nuestra madre o la tostada con jamón y tomate para desayunar, pero por sorprendente que suene, a los japoneses no les roba el estómago una bandeja de sushi. Ni se derriten por él ni lo tienen como plato principal en su dieta. Más bien somos nosotros los que lo hemos adoptado como alternativa infalible para los días en los que queremos descubrir nuevos horizontes gastronómicos.